
Ya en su primera reimpresión
Este libro cuenta la historia de los cines viejos de Puerto Rico desde que se exhibió cine por primera vez en 1897 hasta que fueron cerrando para los años ochenta y noventa del siglo pasado. La narración hace referencia a más de 400 cines según éstos iban surgiendo década por década por toda la isla. Abundantemente ilustrado con cientos de fotografías y anuncios de películas, sus 417 páginas transportan al lector por las distintas épocas del cine en Puerto Rico.
La opinión de quienes lo han leído
Los capítulos

Capítulo primero
Este capítulo te lleva por el recorrido de los exhibidores desde que el cine comenzó en París en diciembre de 1895 hasta que llegó a Puerto Rico el 9 de mayo de 1897. Vemos cómo a partir de ahí surgieron los exhibidores itinerantes que iban por los pueblos montando sus proyectores y películas. Se narra la reacción de los puertorriqueños al nuevo invento y a esas primeras películas. El capítulo concluye con la aparición de los cines carpa, donde al principio el cine compartía cartelera con acróbatas y domadores de fieras pero poco a poco fue convirtiéndose en su actividad exclusiva.

Capítulo segundo
Este capítulo comienza con la aparición de los primeros edificios de cine en Puerto Rico en 1909. Se narra como se dio a través de toda la isla una construcción acelerada de cines. Surgieron rápidamente por todas partes y de todo tipo: tanto de madera como de mampostería, grandes y pequeños, con escenario para variedades o sin ello. De no existir ninguno al comenzar el 1909, había 90 tan solo diez años más tarde. Con decenas fotografías, planos, anuncios de periódicos, podemos ver cómo eran estos primeros cines por fuera y por dentro e imaginarnos la experiencia de los que los frecuentaban.

Capítulo tercero
Con los cines que abrieron en 1920 la cifra total sobrepasó los 100. Veintiuno operaban diariamente y los demás de una a tres veces por semana. Dependiendo del pueblo y el cine, la entrada costaba entre 3 y 50 centavos, aunque algunos dueños aceptaban en vez frutas o botellas vacías. Es la época del cine mudo donde todo cine tenía músicos, que marchaban por el pueblo anunciando el inicio de la función. Aparece en estos años la figura de Rafael Ramos Cobián, el principal empresario de cines que dominará la historia en los capítulos siguientes. El capítulo culmina con la llegada del cine sonoro a Puerto Rico en 1929.

Capítulo cuarto
Los años treinta comienzan en plena conversión al sistema sonoro que se había iniciado en el 29. Se construyen cines de gran tamaño, como el Alcázar en Caguas, el Calimano en Guayama, el Taboas en Manatí y el Imperial en Barrio Obrero. Destacándose entre los grandes está el Metro, el primero con aire acondicionado. Ramos Cobián va consolidando su dominio de la industria, pero le surgen competidores. A pesar del dominio del cine de Estados Unidos, aumenta la presencia de cine en español, mayormente argentino y mexicano.

Capítulo quinto
Los 127 cines que había para 1940 eran el principal medio de entretenimiento del país. Se desata entonces una gran competencia entre Ramos Cobián y T. Llamas en San Juan. Pero Ramos Cobián continuó su expansión tomando el control de los cines de Ponce y oros pueblos de la isla. Lea cómo la segunda guerra mundial afectó a los cines y cómo el cine mexicano desplazo al argentino en las pantallas puertorriqueñas.

Capítulo sexto
En los cincuenta llegaron los drive-ins, las películas en tres dimensiones y la pantalla ancha. A pesar de las innovaciones, estos años representan el punto de inflección en esta historia. Según el censo, en 1950 había 142 cines y para 1954 se dice que llegó a haber hasta 186. Pero llegó la televisión causando una merma considerable en la asistencia a los cines. A pesar de que contiuaba la construcción de cines nuevos, el número total comenzó a declinar por vez primera.

Capítulo séptimo
Los años sesenta comenzaron con la renovación de cines importantes como el Puerto Rico y el Metro, pero rápidamente aparecieron cambios que apuntaban a un cambio profundo en la manera de exhibir cine que sembraría las bases para el eventual cierre de los cines viejos. En 1963 se construyó el primer cine en un centro comercial, el Santa María de Ponce y en 1964 aparecieron los primeros cines gemelos: el Radio City y Excelsior. En este capítulo vemos como rápidamente cesó la construcción de cines de sala única en los cascos urbanos y comenzaron a ser reemplazados por cines en los centros comerciales cada vez con más salas.

Capítulo octavo
En 1980 la Wometco declaró que todos sus cines de Santurce, hasta entonces el gran centro de exhibición de películas de Puerto Rico, operaban con pérdidas. A esa ya de por sí mala situación le apareció por esos años un gran enterrador de cines que se conoció por las siglas de VHS. Veremos como la manera de la industria adaptarse era abandonando completamente los cines de los cascos urbanos y construyendo multisalas en centros comerciales. De pronto comenzaron a cerrar los cines viejos uno tras otro en una caída rápida e imparable. De los cientos de cines que se mencionan en los capítulos anteriores, quedaron menos de cinco.

Epílogo
En el 2012, al alcalde de Coamo Juan Carlos García Padilla se le ocurrió restaurar el viejo cine Hollywood que llevaba quince años cerrado. Aunque no había cine en el pueblo, los coameños no la tenían tan mal pues las ocho salas de Caribbean Cinemas en Plaza del Prado, Santa Isabel, le quedan a veinte minutos. Pero como unos ven lo que otros no y se atreven, el cine Hollywood reabrió —una sola sala, 214 butacas y estaciónese en la calle donde encuentre— y ha resultado ser un éxito. Otros municipios han seguido el ejemplo, en el 2016 se reinauguró el viejo Teatro Excelsior de Cabo Rojo, en el 2017 el San Rafael de Corozal y a estos les sigue el Fénix de Vega Baja en 2019. Parecería el comienzo de un renacer para estas estructuras.
